Don
imaginario.
Podría escribir
lo que quisiera pero siempre me veo obligada a esperar. Sí, en mi cabeza
aquella pequeña casita de la que el imaginario sale en contadas ocasiones a
tomar el sol; las veces que lo hace el señor imaginario entra en un trance de
locura sosegada, es decir que se convierte en un paso brillante que ni él mismo
se lo cree, sin embargo son tantas las maravillosas incoherencias que pasan a
diario por enfrente de su acera y que no logra retenerlas a muchas de ellas, ya
que éstas marchan a paso veloz y no queda tiempo ni siquiera para saludarlas.
De cualquier manera don imaginario es tan ingenioso que de vez en cuando logra
retener aquello que tan difícil parecía y justo ahora lo está poniendo en
práctica, lo sé porque me lo acaba de contar.
Por. Sofía Haro.
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